domingo, 6 de octubre de 2013

6. Mi cuerpo

6. 

-Nunca he estado muy a gusto con mi cuerpo. Siempre me ha parecido que podría adelgazar unos kilos y estar mucho mejor. Creo que mis problemas empezaron cuando mi abuela empezó a decirme que estaba muy gorda. Siempre que iba a su casa, salía el tema.
'¡Estás muy gorda! ¡Mira que piernas tienes!' Recuerdo sus palabras como si fueran puñales. Y, hoy en día, sigue diciéndomelo.
No creáis que ya estoy a gusto conmigo misma. Al contrario. Cuando me miro al espejo veo todos y cada uno de mis defectos, y creerme cuando digo que son muchos. Sigo pensando que podría adelgazar, y quiero hacerlo, pero no es tan fácil como parece. Sigo pensando que mi cara es un asco, mi nariz muy grande, mis dientes una porquería, y, el conjunto en general, ni os imagináis.
Un día, en clase de religión, salió el tema. Ni siquiera recuerdo como empezó todo, simplemente sé que mi maestra empezó a hablar sobre eso.
-La anorexia no es solo el verte gorda, sino el que para ti la comida sea lo de menos -recuerdo que dijo.
Yo sabía que no era anorexia  lo sabía porque yo comía, a veces obligada, sí, pero comía. Y además, que solo veía lo que era la verdad. Estaba gorda. Quizá no extremadamente gorda, pero estaba más gorda de lo que deseaba.
-Pero... -empecé a hablar.- Si te ves gorda pero no dejas de comer, no es anorexia, ¿no?
La maestra me miró con una expresión preocupada. Empezaba a sospechar de lo que querían decir mis palabras.
-Claro que sí, hay muchas formas de anorexia. ¿Por qué lo dices? Tú no estás gorda.
Sin querer, las lágrimas empezaron a brotar por mis ojos. Agaché la cabeza para que nadie me viera llorar, era lo último que quería hacer, que todos sintieran lástima por mí.
-Nena -me llamó la maestra.
-Maestra, está llorando, déjala -le dijo mi compañera de mesa y amiga.
Cuando por fin pude dejar de llorar, sequé mis lágrimas y volví a levantar la cabeza, muy digna, como si me quedara algo de dignidad.
-Ey, ¿qué te pasa? -me preguntó mi amiga, que acababa de acercarse.
-Nada, nada... -dije como pude.
-Tú estás muy delgada, no puedes pensar esas cosas -me dijo la maestra que también se había acercado a mí, junto con algunos compañeros más.
No dije nada. No quería decirle que me veía delgada, porque era mentira, pero tampoco quería decirle que me veía mal, porque solo empeoraría las cosas.
Al ver mi situación, mis amigas pidieron cita para el psicólogo del instituto, un señor que venía a nuestro centro dos días en semana.
De allí solo recuerdo estas palabras: "No sé porqué te ves como te ves, pero tú solo tienes que aceptarte. Cuando te vas haciendo mayor, tu cuerpo cambia. A las chicas se les ensancha la cintura. Solo tienes que, antes de ducharte, mirarte al espejo desnuda y decirte a ti misma 'Estoy bien', porque lo estás. El físico solo es un caparazón que esconde lo que en realidad importa, el interior. De todas formas, no creo que lo tuyo sea grave, en absoluto. Dile a tu madre que te haga de comer cosas que te gustan y que así comerás más. No creo que lo tuyo sea un problema a la larga."
Pero, después de todo lo que él me dijo, aunque dejé de obsesionarme con el peso, supe una cosa. Que siempre me veré de la misma forma.
Siempre pensaré que no soy lo suficientemente buena.

Lily Dragonfly.❤

1 comentario:

  1. Es la primera vez que me pasa en este blog. Todas las historias las siento, pero esta... esta no es que la he sentido, sino que la he vivido. Y casi se me caen las lágrimas.
    A mí me pasa lo mismo; la gente me decía que estoy delgada pero yo me veía gorda. En mi caso me lo llamaron unos de mi clase. De ahí he adelgazado 15 kilos sin comer. Puse mi vida en peligro. Yo nunca me he metido los dedos pero sí que dejé de comer y eso es punto de anorexia. Todavía me veo ml con algunos rasgos de la cara pro poco a poco he ido apreciando lo que tengo.
    Tú, al igual que yo, tienes personas que te van ha apoyar y con ello no necesitas más :")

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